¿Alguna vez te has preguntado cuál es el origen de la grúa o quién la inventó? Pues hoy en Bezabala te damos algunas claves para que conozcas la historia de este invento.
El físico y matemático griego del siglo III a.C., Arquímedes de Siracusa, inventó una especie de grúa de tres poleas. Unos inventos relacionados con ella, la palanca y la manivela, es nombrada en la obra Mechanica de Aristóteles.
No falta quien atribuye la invención de la polea y el aparejo a Arquitas de Tarento. Un matemático, filósofo, militar y creador de máquinas autómatas a finales del siglo V a.C.
Pero el invento de la grúa como tal se halla sumido en el misterio, no hay noticia fiable al respecto hasta el siglo I.
Es probable que la emplearan los antiguos egipcios, y que elevaran con ella los enormes sillares de piedra de sus templos, obeliscos, esfinges y pirámides ayudándose así, junto a las rampas de tierra y rodillos, para mover los bloques pétreos.
Tornos de mano, grúas y poleas fueron conocidos por los romanos, de quienes sin duda los heredaron los constructores de catedrales y castillos medievales. El arquitecto romano Vitrubio, escribe que en su tiempo se subía la carga verticalmente. Con la limitación de que no se podía girar a los lados, en cuyo caso se perdía el equilibrio y todo se venía abajo.
Además, la altura a la que era posible elevar la carga estaba condicionada por la longitud de las vigas verticales utilizadas en su armazón; eran grúas fijas.
Una talla romana del siglo I representa una grúa en acción en el frontal de una tumba. El ingeniero griego Hieron de Alejandría, también del siglo I, describe grúas dotadas de hasta cuatro vigas y un mecanismo de pinzas de cangrejo que se aplicaba a la cuerda. Con ellas se subían bloques de piedra, practicándose en éstas una hendidura para que encajaran en ellos los dientes de las pinzas.