El descubrimiento y, por tanto, la historia de los imanes ha dado forma al mundo. Incluso hoy en día, los imanes se utilizan en áreas y aplicaciones muy diferentes. Estos se utilizan en motores eléctricos, televisores, altavoces, transformadores, monitores, micrófonos y muchos otros dispositivos. Los imanes permanentes ahora se usan incluso en joyas y juguetes.
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Muchos registros escritos indican que Thales de Millet descubrió los primeros imanes permanentes. Thales de Millet vivió en Grecia unos 600 años antes de Cristo. Fue un explorador de la electricidad y del magnetismo. Su investigación estaba basada en las atracciones entre la resina de ámbar y los imanes.
El campo de aplicación de los primeros imanes
La primera piedra magnética encontrada no es de hecho una piedra real, sino que es un óxido de hierro magnetizado. Ésta fue encontrada en China en el siglo III a.C.
La historia de los imanes continuó en el siglo I a.C. con la invención de la aguja flotante. Se encontró que un pasador de hierro se magnetizaba cuando se acercaba a una piedra magnética. Al colocar la aguja magnetizada en el corcho y luego sobre una superficie de agua, la aguja siempre se movía en dos direcciones definidas. Un lado de la aguja siempre apunta hacia el norte, mientras que el otro siempre apunta hacia el sur.
Poco tiempo después, en 1269, Peter Peregrinus publicó su obra «Epístola de Magnete». La obra detalla los imanes y su indestructibilidad. Además, la aguja oscilante en la brújula fue analizada en detalle.
Los imanes han evolucionado constantemente desde su primer descubrimiento de milenio a milenio, incluidos los imanes muy fuertes. Se descubrieron imanes de ferrita (negro oscuro o antracita), imanes de neodimio (imanes muy fuertes), imanes de AlNiCo (de aluminio, níquel y cobalto) e imanes de cobalto de samario (aleación de cobalto y samario). Algunos de estos metales pertenecen al grupo de las tierras raras.